La educación es responsabilidad de todos, primero los padres, después los profesores y al mismo tiempo todos. Una educación para todos y entre todos, es la mayor responsabilidad social. El Estado es el garante de esa responsabilidad, es su OBLIGACIÓN.

miércoles, 12 de junio de 2013

La encrucijada de la autonomía

Uno de los datos analizados en los informes sobre los datos de PISA y en el que coinciden muchos análisis, es el de la importancia de la autonomía del centro educativo para la obtención de los mejores resultados. Esto se ha repetido en los sucesivos Informes PISA, pero los avances en la autonomía de los centros en España desde 1985 son escasos, cuando en los países que lideran los datos PISA ya se establecieron medidas para la autonomía de los centros en 1980.
El Ministro Wert, que hace una lectura muy particular, de lo que le conviene, de PISA, no podía ignorar este titular y “…queremos impulsar la autonomía de los centros educativos en el plano organizativo, curricular y de gestión económica….incremento de la autonomía que exige a su vez un incremento de la rendición de cuentas” Si de las palabras de Wert, pasamos a la LOMCE, en su exposición de motivos; VII ..” es necesario que cada centro tenga la capacidad para identificar cuales son sus fortalezas y las necesidades de su entorno y para tomar las decisiones sobre como poder mejorar su oferta educativa y metodológica, en este ámbito, en relación directa, cuando corresponda  por su naturaleza con la estrategia de la administración educativa”, el camino hacia la autonomía ya empieza a pervertirse.
Es muy significativo que los centros busquen sus fortalezas para mejorar su oferta educativa, ¿marketing?, y las necesidades del entorno; ¿y sus propias necesidades? ¿No es esta la prioridad para poder dar respuestas? La autonomía ¿no es conocer sus necesidades, específicas y únicas para poder dar la respuesta más ajustada y eficaz, para tomar decisiones con criterios propios para necesidades propias?
Todavía más clara la segunda desviación ”.cuando corresponda por su naturaleza con la estrategia de la administración educativa”; esto no es autonomía, eso sigue siendo dirigismo burocrático y  administrativo, con falsos tintes de descentralización.
La tercera fuga de la autonomía “La reforma contribuirá también a reforzar la capacidad de gestión de la dirección de los centros confiriendo a los directores, como representantes que son de la Administración educativa en el centro, y como responsables del proyecto educativo, la oportunidad de ejercer un mayor liderazgo pedagógico y de gestión. La autonomía se enmarca dentro de la democracia participativa; son los profesores los que han de implicarse activamente en el diseño y desarrollo de los proyectos educativos de sus centros; son los  profesores los que tienen la competencia para resolver los problemas que se le presentan porque las soluciones se dan mejor si se dan allí donde se producen los problemas, son los profesores los que amplían sus responsabilidades en la búsqueda de la calidad y de los buenos resultados de sus centros, son ellos los que asumen sus nuevos compromisos sociales ante la comunidad educativa. Es cierto que los directores tienen que asumir el impulso y el liderazgo para la autonomía, pero para que ese liderazgo sea efectivo tiene que ser un liderazgo compartido.
La verdadera autonomía  es la que nace por vía ascendente y no por vía descendente y aquí está el cuarto desvío, sí la autonomía de los centros es una concesión de las administraciones educativas que delegan en los directores como representantes de la Administración educativa, eso no es autonomía. También hay quinto malo, “se establece un protocolo para rendir cuentas de las decisiones tomadas, de las acciones de calidad y de los resultados obtenidos al implementarlas” aquí son los directores los únicos que tienen que rendir cuentas y ante quién los nombra, no ante  la comunidad educativa y el entorno social próximo. Y el sexto pecado contra la autonomía, el Art 120,3. “Las Administraciones educativas potenciarán y promoverán la autonomía de los centros de forma que sus recursos económicos, materiales y humanos puedan adecuarse a los planes de trabajo y organización que elaboren, una vez que sean convenientemente evaluados y valorados. ¿Dónde está la autonomía?
La autonomía que promueve PISA es la devolución a los profesores y a los centros de las competencias educativas, y PISA lo demuestra con los resultados de aquellos sistemas educativos exitosos que otorgan a los centros un alto grado de discrecionalidad a la hora de organizarse y de organizar sus trabajos. La autonomía sitúa al alumno en el centro de acción, el alumno, la diversidad de todos los alumnos es la que exige la autonomía de los centros con profesores autónomos,  que con sus propios criterios y con la autonomía de acción conjunta con todos los profesores, desembocan en centros con autonomía, con la autonomía institucional del centro que proporciona capacidad de elección a los profesores y también a los alumnos porque no hemos de olvidarnos que la educación tiene por finalidad el desarrollo de la autonomía  personal del alumno.

No se puede plantear la autonomía de los centros educativos sin un ejercicio activo de confianza en el profesor. En la LOMCE, en su tramitación y en la política del Ministro Wert  no se vislumbra confianza en el profesor, sino invisibilidad, desconfianza y culpabilidad. Hasta ahora, en la LOMCE, la autonomía es un tema trivial, pero si  no se ponen las bases para una verdadera autonomía de los centros educativos, la pretendida reforma será una reforma inacabada más, y los centros seguirán con sus viejas organizaciones, trabajando para el alumno medio, que no existe; sin iniciativas propias y sin resolver los propios problemas de cada día, que se irán acumulando, y que no se resolverán ni con una ley ni desde fuera. Sin autonomía la rendición de cuentas es papel mojado; para algunos, la educación es papel mojado.

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