En estos
momentos de crisis económica con repercusión social, de propuestas de cambio o
involución, de proposiciones para la regeneración democrática, de la
digitalización y de la globalización, de la eclosión de las redes sociales, hay
que mirar a la educación, sobre todo a la educación.
La educación
es una obligación de los Estados, pero no una obligación en abstracto sino para
proteger, respetar y hacer efectivo el derecho a la educación.
La educación
es un derecho que emana de los Derechos Humanos. Esto es doctrina de la UNESCO.
¿La OCDE quiere sustituir a la UNESCO? ¿Educación para el empleo, y ya está?
PISA es un
instrumento que evalúa determinadas competencias a los 15 años de edad de los
alumnos, pero sus resultados dan una imagen incompleta de las competencias de
los jóvenes, imagen todavía más distorsionada la que dan los medios de
comunicación en nuestro país en sus titulares, como si se tratase de una
catástrofe de las que salen en los telediarios.
Si tiene un
valor PISA es que los expertos y profesionales de la educación hagan las
lecturas pertinentes y presenten una lectura objetiva de los datos muy
estudiados que ayuden a tomar decisiones acertadas a los responsables que
administran la educación, pero tampoco para crear titulares ni para que cada
Comunidad Autónoma, resalte aquello en lo que puede destacar y oculte lo que no
le interesa. También lo hace el Ministerio, adjudicándose logros vinculados a
la LOMCE y desoyendo al mismo tiempo las recomendaciones de la OCDE.
Pero PISA no es suficiente, aunque algunos
partidos y gobiernos, la utilicen como dogma o norma, de lo que les interese,
para corregir unos datos que desconocen y que no se han preocupado ni de buscar
ni investigar.
La
investigación se centra en la calidad de la enseñanza y el aprendizaje en
relación con logro académico. No está todavía claro lo que el enfoque de
evaluación escolar deba de estar también en relación con los resultados
sociales.
Hay una amplia gama de las competencias y
habilidades, incluyendo las actitudes, creencias y comportamientos, que son parte
de lo que los estudiantes aprenden, a veces con poco tiempo y dedicación, y en lo
que las escuelas se esfuerzan y que son un gran valor para la sociedad e
incluso para el mercado de trabajo.
¿Es posible medir los resultados en el área de
socialización, las competencias sociales y la ciudadanía en relación con el
trabajo de las escuelas? Parece que todavía no.
Aunque no
está claro cuál es el enfoque de la evaluación social, si parece que para la
evaluación de la eficacia de la escuela tendría que estar en relación con los
resultados sociales de la educación.
La atención a
la evaluación social ha venido creciendo a lo largo de la contribución de la
educación a la esfera social de la vida, además de su valor para el mercado de
trabajo y la economía (OCDE 2007, 2010), aunque predomina el logro académico en
la investigación sobre la eficacia de las escuelas.
Es creciente
el interés por comprobar, por ajustar e incluso por recortar, en nuestro caso,
lo que se gasta en educación. La OCDE recomendó al Gobierno español, que no
recortara en educación.
Pero recortar
en educación es muy fácil, aunque los resultados de los recortes sean
devastadores y se necesiten generaciones en recuperar lo que se ha cercenado.
La educación
tiene que rendir cuentas, evidente ¿y los que administran la educación? Un
alcalde puede prevaricar por no justificar 600€, pero un Ministro iluminado que
desmonta todo lo que hay, que acusa a los profesores, que desprecia a la
Universidad, que es un enterado que nos guía hacia el desastre o un Director
General que arrasa con toda la formación del profesorado, ¿no tienen
responsabilidades, no se le puede imputar por las decisiones erróneas que han
tomado? Se le busca un puesto incluso mejor remunerado y en el mejor de los
casos, y ni siquiera, no se vota al partido que lo ha colocado. ¿Pero quien
repara todo lo destruido, y lo mal construido y lo que ya no pudo tener
arreglo?
Estaría bien,
todos debemos rendir cuentas, pero podríamos pensar y exigirnos cuentas: ¿Cuánto
cuestan las repeticiones? ¿Cual es la repercusión social y económica del
abandono escolar? ¿Cuál es el coste de una orientación escolar no acertada? ¿Cuánto
supone una Formación Profesional sin salida? La decisión es ver cómo invertir
para mejorar para ahorrar en todo eso que se pierde, o para recortar más para
que todavía sigamos perdiendo más.
Hoy, no se
trata de que todos los alumnos estén escolarizados; los enfermos van o están en
el hospital para ser curados; los alumnos van a los centros educativos para
tener éxito; tienen derecho al éxito.
La educación
es responsabilidad del Estado, no de los gobiernos, no de los partidos
políticos, no de los docentes, no de los padres, no del mundo cultural, no del
entramado empresarial, no de la creatividad, no de la investigación; SI de
todos, de toda la sociedad civil, en sus organizaciones, en sus grupos y como
individuos.
Un país es
libre, democrático, culto, rico y educado; si todos los ciudadanos lo son.
Todos somos
responsables; lo intentaremos proponer en el foro de las XXV Jornadas del Fórum
Europeo de Administradores de la Educación que se celebra en Madrid los días 2
y 3 de octubre.
La
información en www.25jornadasfeae.com