Esta afirmación es de Richard Gever, autor de “Crear hoy la escuela de mañana”, director de la Grange Primary School, uno de los peores centros de Gran Bretaña convertido en el mejor, y asesor de educación de Tony Blair.
Cuando
Bill Gates afirmó que los institutos de New York estaban obsoletos, no se
refería a su estado de conservación sino a su organización.
Hace
unos años el Administrador de Educación de Miami, al tomar posesión y conocer
los resultados de los institutos, lo primero que hizo fue cesar a todos los directores.
Nosotros
hemos reiterado que el curriculum no es lo importante porque ya viene marcado
por las exigencias de las necesidades en
la vida diaria, que lo importante es la organización y hemos afirmado que hoy,
los profesores del siglo XX enseñan contenidos del siglo XlX, con una organización del siglo XlX a alumnos
del siglo XXI.
La primera ola de la organización fue la
agrícola y Henry Ford (1863-1947) al ver una máquina estacionaria trabajando en
el campo se enamoró del motor y se hizo maquinista. Inventó el cuadriciculo y
más tarde creó el Ford T, el coche más
barato y más vendido “Cualquiera puede comprar un coche de cualquier color pero
tiene que ser Ford y negro como éste”. Ford desarrolló la segunda ola, la
industrial. La era industrial se caracterizó por la organización verticalizada
y lineal, el trabajo en cadena, la
reducción de los costes de la formación, las
cintas de ensamblaje, las cadenas de producción modernas para la
producción en masa, la disciplina absoluta, la rapidez de cada acción de la
cadena, el éxito que dependía de las
condiciones personales de unos pocos que
los jefes mantenían en estándares para poder participar de los beneficios
La organización de la era industrial se
extendió por todo tipo de
organizaciones y también llegó a la
educación: se impuso la estandarización para todo y para todos; la
homogeneización era la realidad y el objetivo; la organización era burocrática,
orientada a sí misma, sin tener en cuenta a los alumnos; la escuela era
graduada por edades y por niveles; los pupitres, más para estar quietos que
para trabajar, como denunciaban Dewey en 1900 en Nueva York y María Montessori
en 1926 en Barcelona; las mesas y sillas ordenadas por filas y columnas; la
toma de decisiones era autocrática, la tomaban las autoridades, los directores;
los profesores y los alumnos tenían que
dar conformidad y acatamiento; la comunicación era vertical y
unidireccional; las estructuras eran compartimentos independientes y partes de
la organización; el conocimiento estaba seccionado en asignaturas, un
conocimiento clásico, al margen de las experiencias; los planes eran fijos y por
ello se quedaban obsoletos, pero permanecían; el director era el “rey” en el
centro educativo y el profesor en el aula; el conocimiento de la realidad, de lo que
pasaba, en el centro y en la educación e incluso en el aula, era centralizado y
de difícil acceso.
La característica de la era industrial y su
organización para la educación era la homogeneidad: pupitres iguales para
todos, todos en el mismo espacio, todos hacen lo mismo y en el mismo tiempo,
todos ejecutan la misma tarea, todos se someten a la misma evaluación, todos
promocionan de la misma manera, todos tienen las mismas asignaturas, todos
están agrupados por curso y aula, todos
tienen el mismo curriculum cerrado.
Todos los profesores enseñan, y los alumnos, unos aprenden y otros no.
Se va a
la escuela para conseguir un trabajo como empleado en una empresa o un empleo
en la Administración; el profesor transmite información; los alumnos repiten o
reproducen; el aprendizaje es simple, de respuesta rápida y para la
circunstancia en la que se propone; la respuesta es unidireccional del alumno
al profesor; lo importante es lo académico y el producto es académico.
La
República y la Institución Libre de Enseñanza parecían vientos de progreso,
pero el túnel de la Guerra Civil y su prolongación, producen una caída libre.
La Ley
General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa de 1970 “…..que
los problemas educativos que tiene planteados nuestro país, requieren un
reforma amplia, profunda, previsora de
las necesidades nuevas y no medidas tangenciales y apresuradas con aspecto de
remedio de urgencia”
Pese a las leyes posteriores, estamos más o
menos anclados, y la situación puede ser
la pensada por Tonucci