La educación es responsabilidad de todos, primero los padres, después los profesores y al mismo tiempo todos. Una educación para todos y entre todos, es la mayor responsabilidad social. El Estado es el garante de esa responsabilidad, es su OBLIGACIÓN.

viernes, 14 de febrero de 2014

La caja negra del centro educativo: el aula ¿Dar clase o gestionar el aula?

Al inicio del curso, el profesor sea de infantil, primaria o secundaria, tiene que afrontar un nuevo reto, no tanto de enseñar la materia o materias, sino de gestionar el aula, de implicarse con sus alumnos en el aprendizaje y convivencia de cada día y a lo largo de todo el curso. No es lo más importante preparar la materia sino planificar, ordenar, prever y elegir todos los recursos, todo lo que posibilite que todos y cada uno de los alumnos aprendan.
Y para que todos y cada uno aprendan, primero hay que conocer a cada uno y a todos. Decía un pedagogo en la época victoriana : “Si quieres enseñar latín a Juan, primero conoce a Juan”
Lo más importante del aula es el alumno, pero cada alumno es único: por su huella dactilar, por ser hijo de un familia única, porque tiene sus capacidades, sus motivaciones, sus dificultades, sus motivaciones, sus distintos niveles en las siete inteligencias de Gadner: lógico-matemática, lingüística, musical, espacial, corporal-kinestética, interpersonal, intrapersonal; en la octava, la emocional, divulgada por Coleman y  en la novena, la relacional que propagan varios autores; por su ritmo de aprendizaje, por su estilo de aprendizaje, por su personalidad, por sus relaciones con los iguales, por su relación con los adultos, por la imagen de sí mismo que le devuelven los demás, por su expectativas….. Si cada uno es único, en el aula todos son diversos.
El profesor tiene que gastar todo el tiempo que necesite en conocer a cada alumno, afirmaba Francis Link, de la Universidad de Wisconsin en Granada en 1978. El profesor tiene que conocer al alumno para establecer una interacción alumno/profesor que facilite el aprendizaje y desarrolle la convivencia en el aula, tiene que crear un clima relacional, rico y activo; buscar la empatía con cada uno de los alumnos. Tiene que “ganarse” al alumno, ya no puede escudarse en la relación jerárquica y unidireccional de tiempos pasados.
“Jamás los esclavos han sido tan propiedad de sus amos, como lo es el niño del adulto”, decía María Montessori a principios del XX.
Hoy las relaciones son más sociales y son los enfoques socioculturales los que crean o dificultan las condiciones para que la enseñanza desemboque en el aprendizaje del alumno,  sustentado y apoyado en el clima relacional en el aula.
Uno de los factores más decisivos que inciden en el aprendizaje, es la relación entre las personas y fundamentalmente entre el alumno y el profesor, en un contexto de aprendizaje que denominamos aula, Medina (1990). Desde el punto de  los enfoques sociológico, pedagógico, de aprendizaje y de convivencia, se otorga una cada vez más creciente importancia al contexto del aula, a toda la vida en el aula.
Un contexto conformado por la diversidad de todos los alumnos, por las relaciones entre ellos, por la relación de cada uno con el profesor, por la diversidad de profesores que intervienen, por lo que cada alumno trae en su mochila de su casa y de la calle.
Un aula que no es un jardín privado sino un lugar sagrado, un espacio de inclusión, no un lugar inerte, vacío, de indiferencia, cuando no de exclusión. Un lugar donde todo importa y a todo hay que procurarle su valor: desde las características físicas, que siempre hay que aprovechar y optimizar; con los equipamientos específicos de mobiliario y material, que hay que enriquecer; con los usos específicos  y diversos de espacios y materiales,  en cada caso; con las distintas organizaciones de alumnos: rincones, proyectos, trabajo cooperativo, autoaprendizaje, niveles multitarea….
Dewey, filósofo, psicólogo y pedagogo,( Nueva York,1952) fue a comprar mesas y sillas para su aula; como repitió la visita varias veces y no encontraba lo que quería, el dueño le preguntó porque no le gustaban, cuando Dewey le explicó sus  pretensiones, el tendero le contestó ¡ Ah, usted quiere mesas y sillas para trabajar! Estas son para estar sentado y escuchar ¡ . Francesco Tonucci, en Frato 74, dibuja a un alumno aburrido sentado en el pupitre, echando raíces, con el título “demasiado tiempo sentados….los peligros de la jornada escolar” ¿cuántas aulas siguen, desde septiembre hasta junio, a lo largo de cada día, ordenadas en filas y en columnas?
Hoy y ahora, la gestión del aula constituye la habilidad profesional básica del profesor. La gestión del aula es todo aquello que el profesor hace con la finalidad de asegurarse de que todos los alumnos del aula van a seguir las propuestas de aprendizaje que él establece. La construcción de un clima de aprendizaje está condicionada por múltiples factores que el profesor ha de prever y conjugar: las relaciones interpersonales alumno-profesor, la motivación, el uso del espacio, los tiempos, los recursos didácticos, los distintos agrupamientos de alumnos, la habilidad para resolver situaciones, la capacidad para reconducir situaciones no previstas, el aprendizaje entre iguales, el aprendizaje cooperativo, el uso ajustado de la evaluación,,,,, todos estos  factores, están estrechamente interconectados y por lo tanto con interdependencias mutuas.

Estrategias para la gestión del aula.

a)    Planificar la  programación previa. Desde una perspectiva de seguridad y confianza, el profesor tiene que dedicar tiempo, atención y esfuerzos a la preparación de todos los elementos que conforman la gestión del aula: contenidos, modos de intervención didáctica, metodología, distintos agrupamientos de alumnos, organización funcional del aula, uso de espacio y tiempos, propuesta de criterios de evaluación, calendario operativo del curso.
b)      Buscar garantías para las primeras impresiones. El primer objetivo del profesor al entrar en el aula, es el establecimiento de relaciones con cada uno y todos los alumnos. Es crucial que los primeros días se dediquen a la acogida de los alumnos, a conocerlos a través de las propuestas que se van presentando para la convivencia y buena relación. Es determinante  la especial dedicación a la creación de un clima social de relaciones y comprometido entre todos y para todo. Es importante estar atento a las demandas y expectativas de los alumnos y estar preparado para “las pruebas” a las que los alumnos van a someter al profesor.
c)     Cuidar las relaciones interpersonales. Desde la posición del alumno y del profesor se produce un proceso recíproco y constante: Factores personales, emocionales, expectativas de Intercambio, coherencia interna, transparencia,  afrontamiento de conflictos, trato social, huída, rechazo. Sino hay empatía en la relación alumno-profesor,  no hay pedagogía, el aprendizaje es difícil. Rob Walter argumenta que el currículo es lo que sucede entre el docente y cada uno de los alumnos,
d)    Gestionar el establecimiento de relaciones y normas de convivencia y funcionamiento del aula. La permanencia de un grupo en un lugar reducido y con muchos períodos de tiempo requiere  el establecimiento de reglas de juego, normas y compromisos. El objetivo es el aprendizaje de los alumnos en un contexto de socialización, y ello exige un clima de relación y de trabajo adecuado, lejos de enfoques autoritarios y burocráticos, y no supeditado a  normas lejanas y vacías.
e)    Rentabilizar el uso del tiempo. El tiempo es tan importante que requiere una gestión muy eficaz: planear y pautar las propuestas de aprendizaje,  las actividades individuales y en grupo, los distintos agrupamientos de alumnos, respetar los distintos ritmos y estilos de aprendizaje. Es difícil, pero es la base del éxito. El profesor tiene que valorar el tiempo, hay que ganarlo y para ello ha de buscar, ensayar instrumentos y estrategias y evaluar constantemente cómo utiliza el tiempo.
f)     Agotar las posibilidades del espacio. El espacio del aula ha de concebirse como un espacio global. El aula no puede ser un espacio inhóspito, prácticamente despoblado de recursos y accesorios, casi limitado a mesas y sillas. El espacio es un recurso que hay que aprovechar al máximo para favorecer tareas diversas, simultáneas, adaptadas, creativas; abiertas y públicas.
g)    Ejercer el control y vigilancia. El control de todo lo que pasa en el aula constituye una destreza básica en la construcción de un clima adecuado para el aprendizaje en el aula. Los agrupamientos de los alumnos, los trabajos por proyectos y cooperativos permiten más autonomía y responsabilidad de los alumnos; el profesor tiene que mediar y controlar todas las situaciones.
h)   Afrontamientos de conflictos y de situaciones postconflictos. El afrontamiento de conflictos forma parte de la tarea diaria del profesor: no es algo anecdótico, ocasional o especialmente grave. Requiere habilidades profesionales de las que el profesor tiene que dotarse ya que forman parte de la profesión docente, no  son algo añadido.

El aula ha de conformarse como una estructura inteligente, en la que profesores y alumnos perciben los méritos  y logros individuales como del grupo; en la cual se promueve y acepta la interacción como una relación de influencia entre la persona y el grupo; en la que se aprovecha el valor de la interdependencia y la diversidad para enriquecer al grupo; en la que se construye colectivamente el sentido de pertenencia, en la que todos son protagonistas.

El aula se configura como una estructura móvil y viva para conseguir que todos los alumnos aprendan lo que necesitan para su desarrollo personal e integración social.  Si es así, la caja negra del aula se transforma en una caja naranja que trasciende a todos los espacios del centro y que se manifiesta en cualquier situación y circunstancia, tanto en el centro como en la familia y en la comunidad.