Al inicio del curso, el profesor sea
de infantil, primaria o secundaria, tiene que afrontar un nuevo reto, no tanto
de enseñar la materia o materias, sino de gestionar el aula, de implicarse con
sus alumnos en el aprendizaje y convivencia de cada día y a lo largo de todo el
curso. No es lo más importante preparar la materia sino planificar, ordenar,
prever y elegir todos los recursos, todo lo que posibilite que todos y cada uno
de los alumnos aprendan.
Y para que todos y cada uno aprendan,
primero hay que conocer a cada uno y a todos. Decía un pedagogo en la época
victoriana : “Si quieres enseñar latín a Juan, primero conoce a Juan”
Lo más importante del aula es el
alumno, pero cada alumno es único: por su huella dactilar, por ser hijo de un
familia única, porque tiene sus capacidades, sus motivaciones, sus
dificultades, sus motivaciones, sus distintos niveles en las siete
inteligencias de Gadner: lógico-matemática, lingüística, musical, espacial,
corporal-kinestética, interpersonal, intrapersonal; en la octava, la emocional,
divulgada por Coleman y en la novena, la
relacional que propagan varios autores; por su ritmo de aprendizaje, por su
estilo de aprendizaje, por su personalidad, por sus relaciones con los iguales,
por su relación con los adultos, por la imagen de sí mismo que le devuelven los
demás, por su expectativas….. Si cada uno es único, en el aula todos son
diversos.
El profesor tiene que gastar todo el
tiempo que necesite en conocer a cada alumno, afirmaba Francis Link, de la
Universidad de Wisconsin en Granada en 1978. El profesor tiene que conocer al
alumno para establecer una interacción alumno/profesor que facilite el
aprendizaje y desarrolle la convivencia en el aula, tiene que crear un clima
relacional, rico y activo; buscar la empatía con cada uno de los alumnos. Tiene
que “ganarse” al alumno, ya no puede escudarse en la relación jerárquica y
unidireccional de tiempos pasados.
“Jamás los esclavos han sido tan propiedad
de sus amos, como lo es el niño del adulto”, decía María Montessori a
principios del XX.
Hoy las relaciones son más sociales y
son los enfoques socioculturales los que crean o dificultan las condiciones
para que la enseñanza desemboque en el aprendizaje del alumno, sustentado y apoyado en el clima relacional
en el aula.
Uno de los factores más decisivos que
inciden en el aprendizaje, es la relación entre las personas y fundamentalmente
entre el alumno y el profesor, en un contexto de aprendizaje que denominamos
aula, Medina (1990). Desde el punto de los enfoques sociológico, pedagógico, de
aprendizaje y de convivencia, se otorga una cada vez más creciente importancia
al contexto del aula, a toda la vida en el aula.
Un contexto conformado por la diversidad
de todos los alumnos, por las relaciones entre ellos, por la relación de cada
uno con el profesor, por la diversidad de profesores que intervienen, por lo
que cada alumno trae en su mochila de su casa y de la calle.
Un aula que no es un jardín privado
sino un lugar sagrado, un espacio de inclusión, no un lugar inerte, vacío, de
indiferencia, cuando no de exclusión. Un lugar donde todo importa y a todo hay
que procurarle su valor: desde las características físicas, que siempre hay que
aprovechar y optimizar; con los equipamientos específicos de mobiliario y
material, que hay que enriquecer; con los usos específicos y diversos de espacios y materiales, en cada caso; con las distintas organizaciones
de alumnos: rincones, proyectos, trabajo cooperativo, autoaprendizaje, niveles
multitarea….
Dewey, filósofo, psicólogo y pedagogo,(
Nueva York,1952) fue a comprar mesas y sillas para su aula; como repitió la
visita varias veces y no encontraba lo que quería, el dueño le preguntó porque
no le gustaban, cuando Dewey le explicó sus
pretensiones, el tendero le contestó ¡ Ah, usted quiere mesas y sillas
para trabajar! Estas son para estar sentado y escuchar ¡ . Francesco Tonucci,
en Frato 74, dibuja a un alumno aburrido sentado en el pupitre, echando raíces,
con el título “demasiado tiempo sentados….los peligros de la jornada escolar” ¿cuántas
aulas siguen, desde septiembre hasta junio, a lo largo de cada día, ordenadas
en filas y en columnas?
Hoy y ahora, la gestión del aula
constituye la habilidad profesional básica del profesor. La gestión del aula es
todo aquello que el profesor hace con la finalidad de asegurarse de que todos
los alumnos del aula van a seguir las propuestas de aprendizaje que él establece.
La construcción de un clima de aprendizaje está condicionada por múltiples
factores que el profesor ha de prever y conjugar: las relaciones
interpersonales alumno-profesor, la motivación, el uso del espacio, los
tiempos, los recursos didácticos, los distintos agrupamientos de alumnos, la
habilidad para resolver situaciones, la capacidad para reconducir situaciones
no previstas, el aprendizaje entre iguales, el aprendizaje cooperativo, el uso
ajustado de la evaluación,,,,, todos estos
factores, están estrechamente interconectados y por lo tanto con
interdependencias mutuas.
Estrategias para la
gestión del aula.
a)
Planificar
la programación previa. Desde una
perspectiva de seguridad y confianza, el profesor tiene que dedicar tiempo,
atención y esfuerzos a la preparación de todos los elementos que conforman la
gestión del aula: contenidos, modos de intervención didáctica, metodología,
distintos agrupamientos de alumnos, organización funcional del aula, uso de
espacio y tiempos, propuesta de criterios de evaluación, calendario operativo
del curso.
b)
Buscar garantías para las primeras
impresiones. El primer objetivo del profesor al entrar en el aula, es el
establecimiento de relaciones con cada uno y todos los alumnos. Es crucial que
los primeros días se dediquen a la acogida de los alumnos, a conocerlos a
través de las propuestas que se van presentando para la convivencia y buena
relación. Es determinante la especial
dedicación a la creación de un clima social de relaciones y comprometido entre
todos y para todo. Es importante estar atento a las demandas y expectativas de
los alumnos y estar preparado para “las pruebas” a las que los alumnos van a
someter al profesor.
c)
Cuidar las relaciones interpersonales. Desde
la posición del alumno y del profesor se produce un proceso recíproco y
constante: Factores personales, emocionales, expectativas de Intercambio,
coherencia interna, transparencia,
afrontamiento de conflictos, trato social, huída, rechazo. Sino hay
empatía en la relación alumno-profesor,
no hay pedagogía, el aprendizaje es difícil. Rob Walter argumenta que el
currículo es lo que sucede entre el docente y cada uno de los alumnos,
d)
Gestionar
el establecimiento de relaciones y normas de convivencia y funcionamiento del
aula. La permanencia de un grupo en un lugar reducido y con muchos períodos de
tiempo requiere el establecimiento de
reglas de juego, normas y compromisos. El objetivo es el aprendizaje de los
alumnos en un contexto de socialización, y ello exige un clima de relación y de
trabajo adecuado, lejos de enfoques autoritarios y burocráticos, y no supeditado
a normas lejanas y vacías.
e)
Rentabilizar
el uso del tiempo. El tiempo es tan importante que requiere una gestión muy
eficaz: planear y pautar las propuestas de aprendizaje, las actividades individuales y en grupo, los
distintos agrupamientos de alumnos, respetar los distintos ritmos y estilos de
aprendizaje. Es difícil, pero es la base del éxito. El profesor tiene que
valorar el tiempo, hay que ganarlo y para ello ha de buscar, ensayar
instrumentos y estrategias y evaluar constantemente cómo utiliza el tiempo.
f)
Agotar
las posibilidades del espacio. El espacio del aula ha de concebirse como un
espacio global. El aula no puede ser un espacio inhóspito, prácticamente
despoblado de recursos y accesorios, casi limitado a mesas y sillas. El espacio
es un recurso que hay que aprovechar al máximo para favorecer tareas diversas,
simultáneas, adaptadas, creativas; abiertas y públicas.
g)
Ejercer
el control y vigilancia. El control de todo lo que pasa en el aula constituye
una destreza básica en la construcción de un clima adecuado para el aprendizaje
en el aula. Los agrupamientos de los alumnos, los trabajos por proyectos y
cooperativos permiten más autonomía y responsabilidad de los alumnos; el
profesor tiene que mediar y controlar todas las situaciones.
h)
Afrontamientos
de conflictos y de situaciones postconflictos. El afrontamiento de conflictos
forma parte de la tarea diaria del profesor: no es algo anecdótico, ocasional o
especialmente grave. Requiere habilidades profesionales de las que el profesor
tiene que dotarse ya que forman parte de la profesión docente, no son algo añadido.
El aula ha de conformarse como una
estructura inteligente, en la que profesores y alumnos perciben los méritos y logros individuales como del grupo; en la
cual se promueve y acepta la interacción como una relación de influencia entre
la persona y el grupo; en la que se aprovecha el valor de la interdependencia y
la diversidad para enriquecer al grupo; en la que se construye colectivamente
el sentido de pertenencia, en la que todos son protagonistas.
El aula se configura como una
estructura móvil y viva para conseguir que todos los alumnos aprendan lo que
necesitan para su desarrollo personal e integración social. Si es así, la caja negra del aula se
transforma en una caja naranja que trasciende a todos los espacios del centro y
que se manifiesta en cualquier situación y circunstancia, tanto en el centro
como en la familia y en la comunidad.