Se está generando desde la
discapacidad un nuevo movimiento, que habrá que entenderlo como un movimiento
social por el cambio. Esta irrupción de la sociología en el análisis de la
discapacidad y de la educación especial, nos sitúa en un marco distinto para
romper el círculo vicioso y enfático sobre la discapacidad y la educación
especial.
En este nuevo enfoque, con este nuevo
lente para ver una realidad que llega a ser distinta, nos situamos en una
ladera que nos permite ver un valle con distintos tonos.
Nuestra forma de relacionarnos con las
personas con discapacidad está influida por nuestras experiencias en las
relaciones con ellas, o por nuestra falta de relaciones, o por los atributos
que le asignamos, o por cómo definimos la discapacidad.
Tanto los atributos como las
definiciones se han estado refiriendo a supuestos y prácticas de discriminación
con tanta profusión que incluso han pretendido legitimarla. En esta línea, las
personas con discapacidad han sido objeto y receptores de variedad de respuestas ofensivas por parte
de otras personas: invisibilidad, ignorancia, horror, miedo, hostilidad,
lástima, desconfianza, paternalismo, sobreprotección, explotación…
Algunos sociólogos y científicos
políticos con discapacidad, como Haltn, atribuyen al modelo médico la culpa de
estas influencias dominantes, aunque impregnadas de cierto sentido común. Esta visión, afirma, “impone una
cierta presunción de inferioridad biológica o fisiológica de las personas con
discapacidad; “inválido” “retrasado” “impedido”, significan todas ellas tanto
una pérdida funcional como una carencia de valor.
Con este tipo argumentos y denominaciones se han generado imágenes
sociales en base a visiones individuales médicas de carácter negativo en
detrimento de otros planteamientos que tienen más en cuenta a las personas con
discapacidad.
Desde otra visión y ángulo se
configura la discapacidad como una categoría social y política en cuanto
implica la lucha por la libertad de elección y la potenciación de los derechos
(Oliver). Esta perspectiva, muy diferente, conlleva a un conjunto alternativo
de supuestos, prioridades y explicaciones que le llevan a afirmar a Haltn: “la
discapacidad surge del fracaso de un entorno social estructurado a la hora de
ajustarse a las necesidades y las aspiraciones de ciudadanos con carencias, mas que a la incapacidad de los
individuos con discapacidades para adaptarse a las exigencias de la sociedad”
Desde esta visión y concepción, la
discapacidad no está en el individuo sino en la opresión que sufre el individuo
por parte del entorno y que le limita su participación y le pone obstáculos
para su pertenencia al grupo social mayoritario.
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