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martes, 5 de marzo de 2013

Educación especial, cambio, diversidad (II)

Se está generando desde la discapacidad un nuevo movimiento, que habrá que entenderlo como un movimiento social por el cambio. Esta irrupción de la sociología en el análisis de la discapacidad y de la educación especial, nos sitúa en un marco distinto para romper el círculo vicioso y enfático sobre la discapacidad y la educación especial.
En este nuevo enfoque, con este nuevo lente para ver una realidad que llega a ser distinta, nos situamos en una ladera que nos permite ver un valle con distintos tonos.
Nuestra forma de relacionarnos con las personas con discapacidad está influida por nuestras experiencias en las relaciones con ellas, o por nuestra falta de relaciones, o por los atributos que le asignamos, o por cómo definimos la discapacidad.
Tanto los atributos como las definiciones se han estado refiriendo a supuestos y prácticas de discriminación con tanta profusión que incluso han pretendido legitimarla. En esta línea, las personas con discapacidad han sido objeto y receptores  de variedad de respuestas ofensivas por parte de otras personas: invisibilidad, ignorancia, horror, miedo, hostilidad, lástima, desconfianza, paternalismo, sobreprotección, explotación…
Algunos sociólogos y científicos políticos con discapacidad, como Haltn, atribuyen al modelo médico la culpa de estas influencias dominantes, aunque impregnadas de cierto sentido  común. Esta visión, afirma, “impone una cierta presunción de inferioridad biológica o fisiológica de las personas con discapacidad; “inválido” “retrasado” “impedido”, significan todas ellas tanto una pérdida funcional como una carencia de valor.
Con este tipo argumentos y  denominaciones se han generado imágenes sociales en base a visiones individuales médicas de carácter negativo en detrimento de otros planteamientos que tienen más en cuenta a las personas con discapacidad.
Desde otra visión y ángulo se configura la discapacidad como una categoría social y política en cuanto implica la lucha por la libertad de elección y la potenciación de los derechos (Oliver). Esta perspectiva, muy diferente, conlleva a un conjunto alternativo de supuestos, prioridades y explicaciones que le llevan a afirmar a Haltn: “la discapacidad surge del fracaso de un entorno social estructurado a la hora de ajustarse a las necesidades y las aspiraciones de ciudadanos con carencias, mas que a la incapacidad de los individuos con discapacidades para adaptarse a las exigencias de la sociedad”
Desde esta visión y concepción, la discapacidad no está en el individuo sino en la opresión que sufre el individuo por parte del entorno y que le limita su participación y le pone obstáculos para su pertenencia al grupo social mayoritario.

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